¡Oh, si hubiera tal corazón en ellos ! ¡Un corazón para temer a Dios y guardar sus mandamientos para siempre! El Dios del cielo desea verdadera y fervientemente la salvación de los pobres pecadores. Ha dado abundantes pruebas de que es así. Nos da tiempo y espacio para arrepentirnos; por sus misericordias nos invita al arrepentimiento, y espera ser misericordioso; ha enviado a su Hijo para redimirnos, ha publicado una oferta general de perdón, ha prometido su Espíritu a los que oran por él; y ha dicho, sí, y ha jurado que no se complace en la muerte del pecador.

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