Por mucha pereza, etc., la casa se derrumba. Esa casa que es abandonada por su dueño, y no reparada, debe necesariamente llegar a la ruina. Por lo que da a entender que la pereza y el descuido de los príncipes, en la gestión de los asuntos públicos, que suele acompañar a ese lujo del que ahora habla, es sumamente destructivo para ellos y para su pueblo.

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