La mano de nuestro Dios estuvo sobre nosotros para protegernos y fortalecernos en tan peligroso y largo viaje. Y nos libró de la mano del enemigo. No sólo había muchos enemigos que los odiaban y deseaban exterminarlos; pero muchos ladrones, que esperaban un botín, a quienes Dios desvió de alguna otra manera, o desanimó de intentar cualquier cosa contra ellos. Y de los que acechan en el camino A saber, en el camino directo. De esto se puede conjeturar que Dios los inclinó a buscar una pequeña brújula y a tomar un camino más insospechado, como le habían pedido. Y permaneció allí tres días antes de que Esdras abriera su comisión, o hiciera cualquier cosa importante.

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