El mandamiento del rey y su decreto se acercaban para ser ejecutadosAl final del último capítulo dejamos dos edictos reales vigentes, ambos dictados en la corte de Susa, uno con fecha del día trece del primer mes, señalando que el día trece del mes duodécimo, y luego el siguiente, todos los judíos deberían ser asesinados; y otra fechada el día veintitrés del tercer mes, dando poder a los judíos, en el día señalado para su matanza, para sacar la espada en su propia defensa, y hacer su parte bien contra sus enemigos, lo mejor que pudieran. Sin duda, había una gran expectativa de este día y el resultado del mismo. La causa de los judíos debía ser juzgada por la batalla, y el día del combate fijado por la autoridad. Sus enemigos resolvieron no perder las ventajas que les otorgaba el primer edicto, con la esperanza de dominarlos en número. Los judíos confiaban en la bondad de su Dios, y justicia de su causa, y resolvió hacer sus mayores esfuerzos contra sus enemigos. Llega el día, por fin, y aquí nos enteramos de que fue un día de victoria y triunfo para los judíos, tanto en la ciudad de Susa como en todas las demás provincias del rey.En el día en que los enemigos de los judíos esperaban tener poder sobre ellos Ese día que fue elegido por Amán, con gran laboriosidad y arte, como el día más afortunado, y en el que indudablemente sus enemigos habían pensado y amenazado con frecuencia; cuando, a pesar del edicto posterior, esperaban tener poder sobre ellos en virtud del primero, los asaltaron en consecuencia, formándose en cuerpos y uniéndose en confederación contra ellos.

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