Entonces respondió ElifazElifaz, no poco indignado de que Job no preste atención a su consejo y se atreva a desafiar al Todopoderoso a discutir el punto con él, lo acusa a casa de vanidad por albergar una opinión demasiado alta de su propio conocimiento; con soberbia al menospreciar los argumentos extraídos de su experiencia, cuya edad fue prueba suficiente de su sabiduría; y con impiedad, desafiando así groseramente al Todopoderoso a responder por su conducta al afligirlo. Presiona el mismo argumento sobre él por segunda vez, al que agrega el de la tradición universal; insinuando que tenía aún peores que esperar a menos que lo impidiera con una conducta contraria: y luego le presenta una imagen del estado final de un hombre malvado; en el que elabora las circunstancias de tal manera que se asemeja lo más posible a Job y su condición; dando a entender con ello que se lo imaginaba como ese hombre muy malvado que había estado describiendo, y que por ese medio había atraído los juicios de Dios sobre sí mismo: que, por lo tanto, sus imaginaciones de inocencia eran una ilusión; pero uno, sin embargo, del peor tipo; se había engañado a sí mismo. Brezo.

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