Aunque le hable a Dios por medio de la oración, oa ustedes en el camino del discurso; mi dolor no se calma, no encuentro alivio ni consuelo. Job, habiendo reprendido a sus amigos por su comportamiento descortés hacia él, y agravado al contrastar sus resoluciones de haber actuado de una manera más amistosa con ellos, si hubieran sido en su caso; ahora vuelve a su principal ocupación, a saber, describir sus miserias, a fin de que, si es posible, pudiera hacer que sus amigos se compadecieran de él y lo consolaran. Aunque me abstenga, ¿qué me alivian? ¿Qué parte de mi dolor se aparta de mí? No recibo ni una pizca de comodidad o consuelo. Ni el hablar ni el silencio me hacen bien.

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