Escuche atentamente mi discurso Si no tiene otro consuelo que administrar, al menos permítame esto: sea tan amable, tan justo, que me escuche con paciencia: y sea éste su consuelo que aceptaré de él en lugar de los consuelos que me lo debías en esta mi angustiosa condición, y lo que yo esperaba de ti. Y será un consuelo para ustedes en la reflexión, haber tratado con ternura a su afligido amigo. Permíteme hablar sin la interrupción que me has dado. Y después de haber hablado, burlarte. Si no defiendo mi causa con argumentos sólidos y convincentes, continúa en tus burlas.

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