Job prosigue ahora para terminar su defensa, y para ello expone primero su condición en el tiempo de su prosperidad, contra la cual coloca, a modo de contraste, su actual situación desdichada, describiendo ambas con gran belleza y elegancia. Luego procede a purgarse de los varios delitos que se le imputan, imprecándose la venganza divina, de diversas maneras, en caso de que fuera culpable, y finalmente concluye que este era su motivo, en esto basaría su defensa: deseaba que se registrara, y reza para que su causa sea llevada a una decisión, declarando que no está bajo ningún tipo de aprensión por las consecuencias.

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