Aún tengo muchas cosas que decirles. Hay muchas otras cosas acerca de las cuales debo informarles. Pero no puedes soportarlos ahoraPero la debilidad de su entendimiento, su deseo y expectativa de que erija un reino temporal, sus prejuicios a favor de su propia nación y ley, y su aversión a los gentiles, son tan grandes que aún no pueden soportar el descubrimiento. Por lo que considero más prudente guardar silencio por el momento. Las cosas que nuestro Señor tenía en mente probablemente se referían a su pasión, muerte, resurrección y las consecuencias de ella; la abrogación de la ley ceremonial, la abolición de toda la economía judía, la doctrina de la justificación por la fe sin las obras de la ley, el rechazo de los judíos y la recepción de los creyentes gentiles, sin someterlos a la ley de Moisés. Sin embargo, cuando él, el Espíritu de la verdad , (llamado así debido a su oficio), vengaSegún la promesa que te he hecho; él te guiará a toda la verdad, toda la verdad necesaria: para que no sufras ninguna pérdida si yo no te descubro estas cosas ahora; porque cuando venga el Consolador, te inspirará con el conocimiento de ellos y de cualquier otro asunto que necesites comprender.

Porque no hablará de sí mismo , etc. Para que usted pueda tener mayor confianza y satisfacción con las revelaciones que él le hará, sepa que él le hablará por mi dirección, sin revelarle nada más que lo que se le ha encargado que descubra. Y él les mostrará las cosas por venir. Su revelación será tan completa y completa, que les descubrirá todos los eventos futuros que puedan estar interesados ​​en saber. Él me glorificará. Él me hará un gran honor a este respecto, para que todas sus revelaciones para ustedes sean perfectamente conformes a las doctrinas que les he enseñado en persona; porque recibirá las mías o las doctrinas que se relacionan conmigo, y los beneficios que yo obtengo y otorgo;y te lo mostraré con la luz más clara y atractiva; le permitirá comprender claramente las doctrinas y le asegurará la posesión de los beneficios, manifestándole al mismo tiempo su inefable excelencia.

Todas las cosas que tiene el Padre son mías. No se sorprendan de que dije, él recibirá de lo mío; porque todos los tesoros de la sabiduría, el poder y la bondad del Padre, la verdad, la justicia, la misericordia y la gracia son míos; sí, en mí habita corporalmente la plenitud de la Deidad. ¿Podría alguna simple criatura decir esto?

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