Ninguno de los dos mostró bondad hacia la casa de Gedeón. No es de extrañar que fueran tan ingratos con la familia de este ilustre hombre, cuando se olvidaban tanto del Dios de todas sus misericordias; según la bondad que había mostrado a Israel al arriesgar su vida por su servicio y lograr una gloriosa liberación en su favor; y en dejarlos en pleno goce de su libertad, en rechazar el poder despótico con que le ofrecieron investirlo, y en gobernarlos por el espacio de tantos años con tanta prudencia, que los dejó en un feliz estado de tranquilidad, teniendo la adoración del Dios verdadero establecido entre ellos cuando murió.

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