Como ofrenda por el pecado por él y sus propios pecados, lo cual era una evidencia de la imperfección de ese sacerdocio y de la necesidad de un mejor. Los escritores judíos sugieren que se nombró un becerro para recordarle su pecado al hacer el becerro de oro. Por lo tanto, se había vuelto para siempre indigno del honor del sacerdocio; sobre lo cual tenía motivos para reflexionar con dolor y vergüenza, en todas las expiaciones que hizo.

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