¿Con qué me presentaré ante el Señor? Después de la reprensión anterior de la ingratitud del pueblo, se les presenta aquí como preguntando ansiosamente cómo pueden propiciar el disgusto de Dios y evitar sus juicios. Indican que están dispuestos a ofrecer sacrificios expiatorios, aunque nunca tan costosos, con ese propósito. ¿Me presentaré ante él con holocaustos , etc.? ¿Aceptará Dios los sacrificios ordinarios, como los que hemos ofrecido en otras ocasiones, como expiación por el pecado? ¿Se agradará el Señor con miles de carneros , etc.? Con un número prodigioso; o diez mil ríos de aceite¿Era posible darlos? ¿Espera sacrificios más costosos que los ordinarios? Estamos listos, si eso lo apacigua, para ofrecerle multitud de carneros y agregar ofrendas de carne, preparadas con aceite, en proporción, aunque nos costaría una cantidad inconmensurable de ese artículo.

¿Daré mi primogénito, etc.? ¿El más querido de mi descendencia, o cualquier otro de mis hijos, a Jehová, como expiación por mi transgresión? Es bien sabido que los fenicios, y sus descendientes los cartagineses, sacrificaron a sus hijos a Saturno o Moloc, y en sus grandes peligros solían ofrecer lo más querido de ellos. Y algunos de los judíos e israelitas idólatras imitaron esta horrible práctica: ver nota sobre Levítico 18:21, donde Dios lo prohíbe de manera solemne, como lo hace con frecuencia en otros lugares. Estos dos versículos nos dan una descripción exacta del carácter de los hipócritas y los pecadores habituales, que esperan obtener el favor de Dios mediante la realización de ciertas ceremonias externas; y están dispuestos a comprar su propio perdón bajo cualquier condición, excepto la de reformar sus vidas.

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