Cayeron sobre sus rostros para suplicar misericordia por el pueblo; dando así bien por mal. Poner incienso, que era un signo de intercesión, y debía ir acompañado de él. Vaya a la congregación. Él fue con el incienso para incitar al pueblo al arrepentimiento y la oración, para evitar su total ruina. Esto lo podía hacer en esta ocasión extraordinaria, teniendo el mandato de Dios como garantía, aunque normalmente el incienso se ofrecía solo en el tabernáculo.

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