El justo es más excelente que su prójimoQue cualquier otro hombre que no es justo; es decir, primero, es más excelente en su espíritu y conducta, más justo, benévolo, de espíritu público y misericordioso, etc. o, 2d, en su condición, más feliz, a pesar de todos sus sufrimientos, y la opinión contraria del mundo acerca de él. Es aún más rico, aunque no en los bienes de este mundo, pero en las gracias y los consuelos del Espíritu Santo, que son las verdaderas riquezas. Hay una excelencia real en la religión: ennoblece a los hombres, les da visiones y expectativas elevadas; los inspira con principios desinteresados ​​y generosos; los hace sinceros, constantes y fieles; y los dota de fortaleza, paciencia y paz. Tiene una excelencia que, a los ojos de Dios, que es un juez infalible de lo que es excelente, es de gran precio y valor.

Su prójimo puede ser una figura más grande en el mundo y puede ser más aplaudido, pero el justo tiene el valor intrínseco. Pero el camino de los impíos los seduce En hebreo, ותתעם, los hace errar o errar; es decir, no obtener, o perder, esa ventaja o felicidad que se habían prometido a sí mismos en y por sus malas prácticas. El camino en el que caminan les parece no sólo agradable, sino también el camino correcto; es tan agradable para la carne y la sangre, que por eso se adulan con una opinión de que no puede estar equivocada; pero no obtendrán el objetivo que pretenden ni disfrutarán del bien que esperan. Todo es una trampa; por tanto, el justo es más sabio que sus vecinos, que sin embargo lo desprecian y lo pisotean.

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