La sabiduría está ante él en hebreo, את פני, en el rostro o semblante del que tiene entendimiento. Su sabiduría aparece en su mismo semblante, o en sus gestos o miradas, que son modestos, serenos y serios. O, mejor dicho, la sabiduría está ante él , o en sus ojos, nunca la pierde de vista; es la marca a la que apunta constantemente, y la regla por la que camina constantemente y por la que ordena todos sus pasos, ocupándose continuamente de sus deberes y negocios actuales. Pero los ojos del necio están en los confines de la tierra. Él manifiesta su necedad, como el hombre de entendimiento hace su sabiduría , por su apariencia misma, por su porte y miradas ligeras, vacilantes y desordenadas.

Y su mente está vacilante e inquieta; no se propone un fin correcto y seguro, ni es constante en el uso de medios adecuados para alcanzarlo; descuida su actual negocio y su verdadero interés, y vaga de un lado a otro en pos de las vanidades terrenales, preocupándose más de las cosas que están más lejos de él y que menos le preocupan.

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