El que se apresura a enriquecerse, que es empujado por sus deseos de obtener riquezas por bien o por mal; tiene mal de ojo No es caritativo con los necesitados, y tiene envidia de los que obtienen cualquier cosa fuera de él; y no considera que la pobreza vendrá sobre él y, en consecuencia, que necesitará la piedad y la ayuda de los demás, lo cual no puede esperar razonablemente, ni de Dios ni de los hombres, habiendo endurecido su corazón contra otros en la miseria.

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