No añadas a sus palabras. Como la palabra de Dios es pura, no la corrompas añadiéndole las invenciones u opiniones tuyas o ajenas; para que no te reprenda con palabras o hechos; descubriendo tu locura y llevándote a la vergüenza y el castigo merecidos; y serás hallado mentiroso. Entregando tus propias fantasías y nociones en el nombre y como las verdades de Dios, siendo así culpable de la peor de las falsificaciones.

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