Soy derramado como agua. Mi espíritu se ha agotado y se ha ido como el agua que, una vez derramada, nunca se recupera; mi misma carne se derrite dentro de mí, y me debilito como el agua. Mis huesos están descoyuntados, soy tan incapaz de ayudarme a mí mismo, y tan lleno de dolor, como si todos mis huesos estuvieran desarticulados. Mi corazón es como cera derretida por el miedo y el dolor abrumador. Mi fuerza está seca. De alguna manera, no me queda más humedad que en un tiesto seco. Se me pega la lengua , etc. Por sed excesiva y sequía. Me has traído a la muerte

Por tu providencia me entregas en poder de mis enemigos, y por tus terrores en mi alma.

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