Tú has conocido mi alma en las adversidades. No has estado apartado de mí, ni me has tratado como un extraño, sino que me has amado y me has cuidado. Porque el conocimiento a menudo implica afecto. Y no me has encerrado, ni me has dejado encerrar; en la mano O poder; del enemigo del cual yo estaba en gran e inminente peligro, si no me hubieras librado. Pusiste mi pie en una habitación grande Me abriste paso para escapar cuando me rodearon, y me pusiste en libertad.

Continúa después de la publicidad
Continúa después de la publicidad