Ahías no podía ver, porque sus ojos estaban fijos en razón de su edad. Cuanto más examinamos la estructura del cuerpo humano y cuanto más atentamente la consideramos, más nos sorprende la admiración. Todas, incluso las partes más duras, como los huesos y los cartílagos, tienen su origen en una materia fluida: pero en la vejez las membranas más blandas se endurecen y los propios fluidos quedan sujetos a las leyes de la petrificación. Los tubos más pequeños, por donde pasan los fluidos, son tiernos y flexibles en la juventud, pero adquieren solidez hasta la edad de la perfección; y, finalmente, en la vejez se endurecen e incluso se osifican en varias partes. De ahí la larga serie de enfermedades, de ahí la vejez, que es en sí misma una enfermedad. Los ojos, que son una verdadera cámara oscura.construidos con arte infinito, no solo tienen la facultad de moverse en todos los sentidos, en los niños, en los adultos y en los adultos; pero por un cierto mecanismo sutil, la retina a veces se acerca, a veces se aleja de lo cristalino, según sean los objetos más o menos distantes: y la naturaleza, sin que lo sepamos, e incluso a pesar de nosotros, hace con la máxima perfección lo que efectos artísticos en una cámara oscura, acercándose o quitando un papel o tela del vidrio a través del cual entra la luz.

Pero en la edad decrépita esta pintura se apaga naturalmente, los ojos se oscurecen, como los de Ahías, las fibras pierden su flexibilidad, los ojos se arrugan, y al fin vemos los objetos distantes con más claridad que los cercanos; y cuando el espacio que está entre la retina y el cristalino llega a estar tan bloqueado, que los rayos de luz ya no pueden centrarse en esta delgada túnica, la persona se vuelve ciega.

Nota; (1.) Los ministros de Dios no deben ser cortesanos, sino entregar su mensaje a los grandes, por desagradables que sean, con audacia y libertad. (2.) Los disfraces pueden pasar a los hombres cuya visión oscura no puede ver a través del velo; pero ninguna cubierta puede ocultar al hipócrita del ojo de Dios. (3.) Los que esperan recomendarse a Dios por sus deberes y servicios formales, como la esposa de Jeroboam con su presente, encontrarán una terrible decepción cuando, entre los hipócritas, su porción será asignada en las tinieblas de afuera.

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