Que el Señor se le apareció a Salomón, para que el corazón de este joven príncipe no se exaltara demasiado por esta extraordinaria grandeza, Dios se complació en aparecer ante él en un sueño la primera noche de la dedicación, cuando expresó su aceptación de ese suntuoso edificio, y renovó sus promesas para él y su posteridad, siempre que él y ellos lo sirvieran con un corazón recto. Por otro lado, le aseguró que en caso de que lo provoquen con su idolatría y desobediencia, ese edificio glorioso, que ahora era la maravilla del mundo, se convertiría infaliblemente en una desolación, una morada para búhos y murciélagos, y un proverbio. de oprobio entre todas las naciones. Ver Univ. Hist.

REFLEXIONES.— 1. Dios declara que acepta la oración de Salomón y promete responderla. Como había manifestado su presencia en su templo, su ojo y su corazón estarán siempre sobre él, y su oído atento a las oraciones de todos los que acudan allí en busca de ayuda. Nota; Los ojos de Dios están ahora en todo lugar sobre los justos, y sus oídos abiertos a sus oraciones.

2. Le promete, por obediencia, el establecimiento de su casa y trono a la última posteridad. Nota; Quienes quieran asegurar a sus hijos la vinculación de las bendiciones de Dios, deben dejarles el ejemplo de su fidelidad.

3. Le advierte de las terribles consecuencias de su partida y apostasía de Dios, la del pueblo y su posteridad, que causaría la destrucción de su familia, la ruina de su reino, la demolición de este glorioso templo, el desprecio de Dios. los paganos, y el lúgubre reflejo de los que quedaron, sobre los pecados que provocaron juicios tan desoladores. Así, se amonestó a Salomón y al pueblo a no enorgullecerse de sus privilegios externos, ni descansar en la gloria del templo, viendo que su mayor belleza era la santidad de los adoradores; y que que una vez perdida, el oro fino se convertiría en penumbra, y este tejido noble ser establecido en el polvo.

Nota; (1.) Si nuestro crecimiento en la gracia no se corresponde con nuestros privilegios, nuestra jactancia del templo y la mejor forma de adoración, nos engañará y destruirá. (2.) Siempre que veamos o leemos las desolaciones que Dios ha hecho en la tierra, debemos reflexionar sobre la terrible maldad y la maldad del pecado, y tomar advertencia.

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