No, pero a quien el Señor, etc.— El lector atento discernirá que el saludo y la disculpa total de Husai son tan evasivos y bien calculados para engañar, como el arte podría inventarlos; porque no ora personalmente por Absalón, ni le profesa lealtad; sin embargo, el anzuelo mordió, y la autosuficiencia de Absalón, por burda que fuera el engaño, se lo tragó por completo.

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