Husai dijo: No, pero a quién el Señor , etc. Husai le hizo comprender que su lealtad se regía por otros principios además de los de la amistad privada; que el nombramiento de Dios y la elección de su pueblo lo determinaron en el objeto de su deber: ¿y qué le impediría servir al hijo con tanta fidelidad como había servido al padre? El lector atento observará que este saludo y la disculpa total son evidentemente tan evasivos y tan bien calculados para engañar como el arte podría inventarlos; porque no ora personalmente por Absalón, ni le profesa lealtad; sin embargo, el anzuelo mordió y la autosuficiencia de Absalón, por burda que fuera la ilusión, se lo tragó por completo. Delaney.

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