En su estado permanecerá, etc. - Antíoco, a su regreso de Roma, estaba en Atenas en Siria, cuando su hermano murió por la traición de Heliodoro; y la honra del reino no le fue dada; porque Heliodoro intentó apoderarse de él para sí mismo. Otro partido se pronunció a favor de Ptolomeo Filometor, rey de Egipto, cuya madre Cleopatra era hija de Antíoco el Grande; y tampoco Antíoco era el heredero legítimo, sino su sobrino Demetrio, hijo de Seleuco, que entonces era rehén en Roma. Sin embargo, obtuvo el reino por halagos. Él halagado Eumenes, rey de Pérgamo, y Atalo su hermano, y dedica su asistencia. Él halagado los sirios, y ganó su acuerdo.

Él halagado los romanos, y envió embajadores a la corte a su favor, a pagar los atrasos de sus tributos, para presentarlos además con vasos de oro de quinientas libras de peso, y de pedir su amistad y alianza. Así entró pacíficamente; y mientras lisonjeaba a los sirios, los sirios volvieron a halagarlo y le otorgaron el título de Epífanes, o el Ilustre; pero el epíteto de vil, o más bien despreciable, dado aquí por el profeta, concuerda mejor con su verdadero carácter libertino; y de hecho un escritor contemporáneo, y otros después de él, en lugar de Epífanes, más correctamente lo llamaron Epimanes, o elloco. Ver Newton.

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