Te alejarán de los hombres - En caldeo y hebreo, el plural activo que harán, no significa más de lo que será, sea ​​la causa lo que quiera: de modo que el significado es que Nabucodonosor debe ser castigado con locura, lo cual debería depravar su imaginación mientras aún conservaba su memoria, y tal vez su razón en algunos intervalos, como para imaginarse a sí mismo como una bestia, y vivir como tal, hasta que su corazón, es decir, su aprensión, apetito o aficiones , debe ser cambiado de hombre a bestia. Durante todo este tiempo, el tocón, que volvería a ser un árbol, está cercado o vigilado; ningún sucesor iba a atentar contra su vida o subir a su trono; lo cual volvería a asumir cuando recuperó la razón y su corazón se humilló ante Dios.

Este tipo de locura podría ser la licantropía, mencionada por naturalistas y escritores médicos, que hace que los hombres salgan, o imaginen que salen, de sus casas como lobos, y muerden y hieren todo lo que se cruza en su camino. Ver Vindicación de la defensa de Chandler, p. 25 y la primera nota del último versículo de este capítulo.

Daniel 4:25 . Como bueyes :Bochart describe al búfalo o al buey salvaje como un animal hosco, malévolo y rencoroso que ataca al viajero desprevenido con gran fiereza. Aunque estos animales feroces se encuentran en su mayor parte en África, Pliny observa, p. 142 que los bueyes salvajes se encontraban en la antigua Escitia y, por lo tanto, probablemente en las montañas armenias, no lejos de Babilonia. Mr. Bruce observa que en Abisinia el búfalo es el animal más feroz en esa parte del país donde reside; y sin embargo que en Egipto es el único guardado para dar leche; y que están gobernados por niños de diez años sin temor alguno al peligro, aunque aparentemente de la misma especie que el etíope.

Vol. 5: pág. 82. Y Thevenot nos da un relato curioso de un uso que se hizo de ellos en el Tigris, que observó en su viaje de Mosul a Bagdad. Vi, dice, un experimento de la destreza que tiene la gente del país para cruzar el agua sin puente. Vi cuarenta o cincuenta bufas conducidas por un muchacho desnudo, que venía a vender su leche; estos búfalos tomaron el agua y nadaron en un cuerpo cuadrado; el niño se paró erguido sobre el último y, al pasar de uno a otro, los empujó con un palo, y eso con tanta fuerza y ​​seguridad como si hubiera estado en tierra firme; a veces sentado sobre ellos.

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