Tomó el becerro y lo quemó, etc. Esto tal vez podría traducirse más apropiadamente, lo derritió y luego lo redujo a polvo. No es probable que este ternero fuera de un tamaño considerable; los materiales con que se hizo, así como su rápida reducción a polvo, ya sea por la lima o por cualquier otro medio, inducirían a creerlo. El ídolo, así reducido a polvo, lo arrojó Moisés al agua, que les brotaba de la peña de Horeb: Deuteronomio 9:21 y que siendo la única agua que tenían para beber, fueron conducidos por un doble acto a ver su necedad, y adorad a Jehová; mientras bebían ese ídolo impotente, miserablemente reducido, en la misma agua que la Omnipotencia de Jehová había llamado para ellos desde la roca.

Los autores de la Historia Universal observan que "aunque nada se acepta más comúnmente que la noción de que el oro no puede ser destruido, la Real Academia de París tiene un vidrio ardiente que lo vitrificará en un instante, evaporando todo el azufre de que crepita y vuela en un humo espeso: mientras que el vidrio que queda nunca puede reducirse a ninguna otra forma. Ese oro puede reducirse a un polvo fino, incluso los batidores de oro pueden informarnos; y quién puede decirlo sino ¿Que Moisés pudiera tener algún secreto particular para hacer esto del que no sabemos nada? Sin embargo, con la ayuda de una lima, podría rallarlo hasta convertirlo en un polvo tan fino como la harina que se muele en un molino ".

Nota; Cuando está en juego el honor de Dios, ser tibio es ser un criminal. Lleno de indignación, Moisés contempló la impactante escena; y, aunque en lo suyo es el más manso de los hombres, ahora la santa ira se enciende en su seno.

1. Las tablas sagradas que arroja al suelo. Como habían abandonado así el pacto de Dios, él despertaría en ellos un sentido de la atrocidad de su culpa. Las bendiciones que Dios quería para ellos se pierden y quedan, por así decirlo, abiertas a todo juicio que habían provocado. Observar; La mayor maldición que puede caer sobre cualquier pueblo es quitarles la palabra de Dios.

2. Toma el ídolo aborrecible, lo arranca de su trono en medio de la multitud atónita, lo muele hasta convertirlo en polvo y, rociando el polvo en el agua, los hace beber, para mostrarles la vanidad de su miserable ídolo. Aprende, El corazón que se aparta de Dios, bebe iniquidad como agua; pero en todos sus tragos de pecado placentero, la maldición, como este polvo, se mezcla con él y deja tras de sí una miseria, que sólo quienes la prueban conocen.

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