Mi hijo no ... Nada puede ser más tierno y pintoresco que estas palabras del venerable patriarca. Lleno de afecto por su amada Raquel, no puede pensar en separarse de Benjamín, la única prenda que queda de su amor, ahora que José, como él supone, ya no existe. Parece que contemplamos al venerable padre canoso suplicando a sus hijos; el amado Benjamín de pie a su lado; dolor impaciente en sus rostros, y en el suyo toda la angustia sangrante del amor paterno. Creo que será difícil encontrar en cualquier autor, antiguo o moderno, un cuadro más exquisito.

Continúa después de la publicidad
Continúa después de la publicidad