Oíd, cielos, etc. Hemos observado que esta primera parte del libro de Isaías está comprendida en cinco sermones a los judíos; el primero de los cuales está contenido en este capítulo, el segundo en el capítulo s ii, iii, 4: el tercero en el cap. 5: el cuarto en el cap. 6: el quinto en el cap. 7: —xii. El primer sermón contiene una apelación judicial, impulsada por el profeta en el nombre de Dios, contra los judíos y los habitantes de Jerusalén, como infractores del pacto e hipócritas; en la que reprende duramente los vicios de la iglesia judía, y los exhorta seriamente al verdadero arrepentimiento, con una denuncia de la venganza divina sobre los obstinados y rebeldes, y una promesa de las bendiciones de la gracia con una restauración de su estado al verdadero adoración de su Dios.

En el escenario de esta visión divina podemos suponer que Dios está presente, como rey de su pueblo; el pueblo como rebelde y rebelde, convocado por él a la corte: el profeta, que ejerce las funciones de heraldo o pregonero, convocando a los testigos y jueces para que asistan, y de orador que aboga de manera viril por la causa de Dios exponga su justicia y equidad, amonestando al pueblo rebelde de su deber, y, como un consejero, persuadiéndolo de cosas mejores; y por último, los testigos, los cielos y la tierra, que aquí están representados como dotados de sentido, y para quienes el el juicio de toda la causa se comete figurativamente. Ver Deuteronomio 32:1 y Vitringa.

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