No abiertamente. Esto sugiere otra razón para la demora de nuestro Señor. Si hubiera emprendido su viaje a la hora habitual, las multitudes que estaban en el camino reunidas a su alrededor y que lo acompañaban a Jerusalén, podrían haber ofendido a sus enemigos de nuevo; por lo que no partió hasta que se hubo marchado la mayor parte del pueblo; y luego subió no públicamente, sino como en secreto; es decir, no predicó ni hizo milagros en el camino, ni hubo muchedumbre que lo asistiera.

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