Hijos de la juventud, etc.— Estos se oponen a los hijos de la vejez; y de estos se observa con frecuencia, que son los más fuertes, siendo, como dice Jacob de Rubén, su poder, el principio de su fuerza; y de los tales se dice aquí, están a flechas en las manos del valiente Hombre 1: 1 : e. capaz de defender a su padre contra los intentos de sus enemigos, así como las armas pueden serlo.

Su carcaj lleno de ellos, significa su casa tan llena de niños como el carcaj de un valiente está lleno de flechas. Hablarán con los enemigos en la puerta, es decir, lo defenderán contra sus adversarios, en los tribunales de justicia; que, como hemos señalado con frecuencia, se celebraban a las puertas de las ciudades.

REFLEXIONES. Cuanto menos dependamos de nuestros propios planes, o nos apoyamos en nuestro propio entendimiento, y cuanto más miremos a Dios y busquemos su ayuda y dirección, más segura será la prosperidad de cada obra de nuestras manos.

1. A menos que el Señor construya la casa, en vano trabajan los que la edifican. Cualesquiera proyectos que podamos concebir para el progreso de nosotros mismos o de nuestras familias; Cualesquiera que sean los planes que hagamos, para levantar un noble montón para nuestra morada, es una torre de Babel, y la familia será miserable, a menos que el Señor dé su bendición y éxito. Y si en los temporales, mucho más en los espirituales, estamos obligados a depender de él; el más sabio de los ministros, y el mejor de los hombres, no puede cuadrar una de las piedras vivas para levantar la iglesia de Dios, a menos que su poder y gracia trabajen eficazmente con ellos.

2. Tan vano es el cuidado del vigilante. No es la multitud de guardias, o su vigilancia despierta, sino un Guardián más grande que puede preservar la ciudad. El centinela más vigilante y activo sobre los muros de Sion, no puede evitar la irrupción de los herejes y las violaciones de la impiedad: esto debe venir de arriba; sin embargo, debe cumplir con su deber como instrumento indigno.
3. Vanas son todas nuestras ansiosas labores, sin la bendición de Dios. Es vano que te levantes temprano, que te sientas tarde, que comas el pan de los dolores ganado con el duro trabajo; todo este cuidado, asiduidad y diligencia es infructuoso; si no se tiene en cuenta a Dios, defraudará las esperanzas de los mundanos y estropeará todas sus labores.

Pero donde se emplea la honrada laboriosidad en dependencia de él, de modo que él duerma a su amada, ninguna preocupación perturba el reposo de éstos; duermen en paz, en los brazos del amor divino, y se levantan renovados y felices, para gozar de las nuevas misericordias que, con el día que regresa, se derraman sobre ellos.

4. Los niños son los dones de Dios. El que formó al primer hombre de la arcilla, debe formar cada embrión en el útero; y cuando son dados, de él viene que estos niños son nuestra bendición y recompensa; el padre más piadoso ve una descendencia corrupta, hasta que Dios, por su gracia, los convierte y los hace doblemente nuestro consuelo y alegría.
5. Son felices quienes tienen estos dones de Dios. Como flechas en la mano de un valiente, así son los hijos de la juventud, los que nacieron de los padres en la flor de la juventud; o que ellos mismos han crecido sanos y fuertes, capaces de ayudar a sus padres en su edad declinante.

Bienaventurado el hombre que tiene su aljaba llena de ellos; no se avergonzarán, su mala conducta nunca reflejará ni entristecerá a sus padres, sino que hablarán con los enemigos en la puerta; sus hijos serán sus defensores, y su número y fuerza, su apoyo y defensa. ¡Feliz el padre bendecido con estos niños! ¡Felices los niños que aprenden así a mostrar piedad en el hogar y a recompensar el trabajo de amor de sus padres!

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