A menos que el Señor construya la casa, Él mismo velando por la construcción de cada edificio ejecutado por los hombres y prosperando sus labores, en vano trabajan los que la edifican, habiendo tantas posibilidades de fracaso si falta la bendición o el consentimiento del Señor; a menos que el Señor guarde la ciudad, él mismo el Vigilante y Guardián prosperando las medidas de precaución de los ciudadanos, el atalaya despierta pero en vano, no importa con qué grado de fidelidad se dedique a la obra que le ha sido asignada .

Continúa después de la publicidad
Continúa después de la publicidad