Elijah. - No hemos sabido nada de él desde la llamada de Eliseo, como si se hubiera retirado una vez más a la soledad. En el mero servicio político del capítulo anterior, importante a los ojos del mundo, no interviene; pero surge ahora para el deber moral superior de reprender el crimen y vengar la sangre inocente, en lo que la tiranía oriental consideraría un asunto muy trivial. El discurso de Acab a él parece implicar asombro por su apariencia inusual entre los hombres.

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