He aquí, te he esculpido ... - Las palabras apuntan a la práctica casi universal del tatuaje. Un hombre así "grababa" el nombre de su dios, o los contornos de su hogar, o el rostro de la que amaba, en sus manos o brazos. De modo que, mediante una figura antropomórfica audaz, Jehová había “esculpido” a Jerusalén en Sus manos. No podía abrirlos, es decir, no podía actuar sin que ella se lo recordara. Los "muros" pueden ser los de la ciudad terrestre que yace en ruinas, o los de la Jerusalén celestial.

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