Pedro, volviéndose, ve que lo sigue el discípulo a quien Jesús amaba. - Debemos suponer que San Pedro se había retirado con nuestro Señor, y que San Juan al ver esto lo había seguido de lejos. Había sido compañero y amigo de San Pedro (comp. Introducción, p. 371). Más que cualquier otro, y esto se destaca aquí, había entrado en estrecha comunión con el Señor mismo.

Fue llamado el “discípulo a quien Jesús amaba” (comp. Juan 20:2 , e Introducción, p. 375); se había apoyado en Su pecho durante la cena y, a una señal de Peter, había preguntado quién era el traidor; bien puede pensar que también para él hubo algún atisbo del futuro, alguna declaración de cuál debería ser su camino; o en esa mezcla de acto y pensamiento, de signo y cosa significado, que recorre todos estos versos, su seguimiento puede indicar que él también, aunque nunca se había atrevido a decirlo, estaba dispuesto a seguir adonde fuera el Maestro.

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