Luego vino la mujer ... Difícilmente sería posible realzar la profundidad del patetismo y del horror que el escritor sagrado arroja en estas sencillas palabras. Si el castigo de la desdichada hubiera llegado bajo la apariencia de su pecado (Sab. 11:16, "para que supieran que con qué peca el hombre, por eso también será castigado"), que había sido la causa principal de la Para toda la catástrofe, el levita fue castigado tanto por su condonación de una ofensa que no podía ser perdonada, como por la cobardía poco masculina o el ensimismamiento despiadado que sólo podría haberle hecho posible aceptar la seguridad personal a tal precio.

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