Dije: Mi fuerza. - El dolor del doliente llega al borde mismo de la desesperación. No hubo "ayuda para él de su Dios"; incluso esa esperanza lo había abandonado. Pero, como muestra la secuela, esta desesperación fue el comienzo de una reacción. El mismo nombre de Jehová (ya no Adonai) le recordó las misericordias eternas.

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