Con nuestras manos. - Literalmente, a nuestras manos. Hay, por así decirlo, un análisis psicológico de la oración. Los hombres pueden, mediante un acto de voluntad, elevar el corazón como centro del afecto: esto, a su vez, impulsa el acto exterior de las manos elevadas de súplica; Dios es el objeto final al que se dirige la oración.

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