XXIV.

Aquí, como en Salmo 19 , nos encontramos con un poema formado por dos piezas separadas, unidas sin tener en cuenta la diferencia de tono y ritmo, que sorprende incluso a un lector inglés. La pieza de Salmo 24:1 inclusive se divide en tres estrofas, de cuatro, cinco y cuatro líneas respectivamente.

La segunda pieza, aunque evidentemente destinada a ser cantada por partes, se divide en tresillos. Nótese también que el carácter didáctico de la primera oda no armoniza con la marcha bélica de la segunda. En el primero, además, es el israelita piadoso quien, en virtud de la correspondencia de su carácter con el divino, debe ascender al Monte Sagrado; en el segundo, es Jehová mismo quien viene a reclamar la admisión en la fortaleza en virtud de Su destreza en la batalla, o, más exactamente, es el arca que lo representa, y que se entendía por su presencia para asegurar la victoria, que es trajo triunfo a esa colina donde en adelante tendría su hogar.

El hecho de que en la primera parte del salmo Jehová aparece en plena posesión de Su montaña, que ya es un centro para adoradores piadosos, parece reducir su composición a un tiempo posterior al traslado del arca a Sión. Aparte de la dificultad rítmica, la unidad del poema posiblemente podría ser reivindicada suponiendo que no fue compuesto para esta primera remoción, sino para alguna devolución posterior del arca.

Este himno fue adoptado naturalmente por los cristianos como figurativo de la resurrección y la ascensión.

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