Verso Éxodo 29:7. Entonces tomarás el aceite de la unción.  Parece, de Isaías 61:1, que la unción con aceite, al consagrar a una persona para cualquier cargo importante, ya sea civil o religioso, se consideraba como un emblema de la comunicación de los dones y las gracias del Espíritu Santo. Esta ceremonia se utilizaba en tres ocasiones, a saber, la instalación de profetas, sacerdotes y reyes, en sus respectivos cargos. Pero, ¿por qué se consideraba necesaria tal unción? Porque el sentido común de los hombres les enseñaba que todo bien, ya sea espiritual o secular, debe venir de Dios, su origen y causa. De ahí que se diera por sentado,

1. Que ningún hombre podía predecir los acontecimientos si no estaba inspirado por el Espíritu de Dios. Y por eso el profeta era ungido, para significar la comunicación del Espíritu de sabiduría y conocimiento.

2. Que ninguna persona podía ofrecer un sacrificio aceptable a Dios por los pecados de los hombres, o ministrar provechosamente en las cosas santas, a menos que fuera iluminada, influenciada y dirigida por el Espíritu de gracia y santidad. De ahí que el sacerdote fuera ungido, para significar que estaba divinamente calificado para el debido desempeño de sus funciones sagradas.

3. Que ningún hombre podía promulgar leyes justas y equitativas, que tuvieran continuamente en cuenta la prosperidad de la comunidad y el bienestar del individuo, ni podía utilizar el poder que se le confiaba sólo para la supresión del vicio y el fomento de la virtud, sino aquel hombre que estaba siempre bajo la inspiración del Todopoderoso.

De ahí que los reyes fueran investidos mediante la unción con aceite. En todas las naciones civilizadas sólo existen dos de estos cargos, el sacerdotal y el real; y en algunos países el sacerdote y el rey siguen siendo consagrados por la unción. En la lengua hebrea משח mashach significa ungir, y משיח mashiach, la persona ungida. Pero así como ningún hombre se dignificó jamás ostentando los tres oficios, ninguna persona tuvo jamás el título de mashiach, el ungido, sino Jesús el Cristo. Sólo él es Rey de reyes y Señor de señores: el rey que gobierna el universo y gobierna en los corazones de sus seguidores; el profeta, para instruir a los hombres en el camino que deben seguir; y el gran sumo sacerdote, para hacer expiación por sus pecados. De ahí que se le llame el Mesías, una corrupción de la palabra המשיח hammashiach, EL ungido, en hebreo; que dio origen a ὁ Χριστος, ho Christos, que tiene precisamente el mismo significado en griego. De él, Melquisedec, Abraham, Aarón, David y otros fueron tipos ilustres. Pero ninguno de ellos tenía el título de MESÍAS, o EL UNGIDO de Dios. Esto pertenece, y siempre pertenecerá, exclusivamente a JESÚS el CRISTO.

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