Verso Éxodo 32:3. Y todo el pueblo se rompió los pendientes de oro.  El ser humano es naturalmente aficionado al vestido, aunque esto se ha atribuido impropiamente sólo al sexo femenino, y son más aficionados a él los que tienen las capacidades más superficiales; pero en esta ocasión la inclinación del pueblo a la idolatría era mayor incluso que su amor al vestido, de modo que se despojaron fácilmente de sus ornamentos para conseguir un dios fundido. Más tarde compensaron en cierta medida este hecho; ver Éxodo 35:22 y Éxodo 38:9 Éxodo 38:9.

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