Verso Filemón 1:17 Si me consideras, pues, como un compañero... Si me consideras como un amigo; si todavía tengo el lugar de un amigo en tu afecto, recíbelo como a mí mismo; pues, como lo siento como mi propia alma, al recibirlo me recibes a mí.

Hay un buen modelo de recomendación de un amigo a la atención de un gran hombre en la epístola de Horacio a Claudio Nerón, en nombre de su amigo Septimio, Epistolar. lib. i., Ep. 9, que contiene varias pinceladas no muy diferentes de algunas de las de la Epístola a Filemón. Está escrita con mucho arte; pero es superada ampliamente por la de San Pablo. Como es muy breve, la insertaré: -

Septimio, Claudi, nimirum intelligit unus,

Quanti me facias; nam cum rogat, et prece cogit

Scilicet, ut tibi se laudare, et tradere coner,

Dignum mente domoque legentis honesta Neronis,

Munere cum fungi propioris censet amici;

Quid possim videt, ac novit me valdius ipso.

Multa quidem dixi, cur excusatus abirem:

Sed timui, mea ne finxisse minora putarer,

Dissimulator opis propriae, mihi commodus uni.

Sic ego, majoris fugiens opprobria culpae,

Frontis ad urbanae descendi praemia. Quod si

Depositum laudas, ob amici jussa, pudorem;

Scribe tui gregis hunc, et fortem crede bonumque.

"Sólo Claudio Septimio sabe el valor que tienes para mí, pues me pide y me ruega encarecidamente que te lo recomiende, como hombre digno del servicio y de la confianza de Nerón, que es un juez tan correcto del mérito. Cuando se imagina que poseo el honor de ser uno de tus más íntimos amigos, me ve y me conoce más particularmente que yo mismo. Dije, en efecto, muchas cosas para inducirle a excusarme; pero temí que se pensara que disimulaba mi interés con vos, para reservarlo todo en beneficio propio. Por lo tanto, para evitar el reproche de una falta mayor, he asumido toda la consecuencia de un cortesano, y he dejado de lado, a petición de mi amigo, una modestia conveniente; que si puedes perdonar, recibe a este hombre en la lista de tus domésticos, y créelo como una persona de probidad y valor."

Esto no sólo es superado en gran medida por San Pablo, sino también por una carta de Plinio a su amigo Sabiniano, en nombre de su sirviente, quien, por algún medio, había incurrido en el desagrado de su amo. Véase al final de estas notas.

Continúa después de la publicidad
Continúa después de la publicidad