Versículo 26. Porque si pecamos voluntariamente... Si deliberadamente, por temor a la persecución o por cualquier otro motivo, renunciamos a la profesión del Evangelio y al Autor de ese Evangelio, después de haber recibido el conocimiento de la verdad de modo que estemos convencidos de que Jesús es el Mesías prometido, y de que ha rociado nuestros corazones de una mala conciencia; para los tales no queda ningún sacrificio por los pecados; porque como los sacrificios judíos están abolidos, como aparece en la declaración del mismo Dios en el Salmo cuarenta, y siendo Jesús ahora el único sacrificio que Dios aceptará, los que lo rechazan no tienen ningún otro; por lo tanto, su caso debe estar completamente sin remedio. Esto es lo que quiere decir el apóstol, y el caso es el de un apóstata deliberado: alguien que ha rechazado completamente a Jesucristo y su expiación, y ha renunciado a todo el sistema del Evangelio. No tiene nada que ver con los reincidentes en el uso común de ese término. Un hombre puede ser sorprendido en una falta, o puede caer deliberadamente en el pecado, y sin embargo no renunciar al Evangelio, ni negar al Señor que lo compró. Su caso es lúgubre y peligroso, pero no es desesperado; ningún caso es desesperado sino el del apóstata deliberado, que rechaza todo el sistema del Evangelio, después de haber sido salvado por la gracia, o convencido de la verdad del Evangelio. Para él ya no queda ningún sacrificio por el pecado; porque no había más que UNO, Jesús, y éste lo ha rechazado por completo.

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