Verso 35. No desechéis, pues, vuestra confianza... Την παρῥησιαν ὑμων- Vuestra libertad de acceso a Dios; vuestro título y derecho a acercaros a su trono; vuestra primogenitura como hijos e hijas suyos; y la clara evidencia que tenéis de su favor, que, si no sois firmes y fieles, debéis perder. No lo echéis por la borda, μη αποβαλητε. ni los hombres ni los demonios os lo pueden quitar, y Dios nunca os privará de él si seguís siendo fieles. Hay una referencia aquí a los soldados cobardes, que tiran sus escudos, y huyen de la batalla. Este es tu escudo, tu fe en Cristo, que te da el conocimiento de la salvación; guárdalo, y te guardará.

Las mujeres lacedemonias, cuando presentaban los escudos a sus hijos que iban a la batalla, solían decir: Η ταν, η επι τας- "O devuelves esto, o te devuelven sobre él"; aludiendo a la costumbre de devolver a un soldado muerto sobre su propio escudo, una prueba de que lo había conservado hasta el final y había sido fiel a su país. Acostumbraban también a excitar su valor entregándoles los escudos de sus padres con el siguiente breve discurso. Ταυτην ὁ πατηρ σοι αει εσωζε- και συ ουν ταυταν σωζε, η μη εσο- "Este escudo que tu padre siempre conservó; consérvalo tú también o perece"; Lacaenarum Apophthegmata, PLUT. OPERA, a Wittenbach, vol. i. p. 682. Así hablaban las madres lacedemonias a sus hijos; ¿y qué nos dicen los oráculos de Dios? Μη αποβαλητε την παρῥησιαν ὑμων- No deseches tu confesión de fe. Este es tu escudo; guárdalo, y será siempre tu defensa segura; pues por él apagarás todo dardo ardiente del maligno. La Iglesia de Cristo dice esto a todos sus hijos, y especialmente a los empleados en la obra del ministerio. De este escudo, de este glorioso sistema de salvación por Jesucristo, ilustrado y defendido en esta obra, digo a cada uno de mis hijos: Ταυτην ὁ πατηρ σοι αει εσωζε- και συ ουν ταυταν σωζε, η μη εσο- Esta fe, tu padre, por la gracia de Dios, la ha guardado siempre; guárdala tú también, o debes esperar perecer. Que esto se reciba como advertencia y estímulo.

Gran recompensa de la confianza... Nada menos que la aprobación continua de Dios; la paz que sobrepasa todo entendimiento gobernando el corazón aquí; y las glorias del cielo como una porción eterna. Guarda conscientemente el escudo, y todo esto será tuyo. Esta será tu recompensa; pero recuerda que es la misericordia de Dios la que la da.

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