CAPÍTULO XLIX

En este capítulo se presenta al Mesías, declarando toda la

su misión, que no es sólo ser el Salvador de los judíos,

sino también a los gentiles. El poder y la eficacia de

su palabra. Se insinúa el mal éxito de su ministerio entre los

judíos, y el gran éxito del Evangelio entre los gentiles, 1-12.

Pero el profeta, fijando entonces su mirada en la feliz, 

aun que lejana restauración de Israel, lanza un hermoso 

apóstrofe de Dios en la perspectiva de este favor extraordinario, 13.

Las tiernas misericordias de Dios para con su pueblo, con 

la prosperidad de la Iglesia en general y la derrota final de todos sus

enemigos, constituyen el tema de los versículos restantes, 14-26.

 

NOTAS SOBRE EL CAP. XLIX

Versículo Isaías 49:1 . Escúchenme, oh islas, - "Oídme, oh tierras lejanas". Hasta aquí el tema de la profecía se ha limitado principalmente a la redención del cautiverio de Babilonia; con fuertes insinuaciones de una liberación más importante a veces lanzadas, a la refutación de la idolatría, y la demostración del poder infinito, la sabiduría y la presciencia de Dios. El carácter y oficio del Mesías se exhibió en términos generales al comienzo de Isaías 42:1, pero aquí se le presenta en persona, declarando todo el alcance de su comisión, que no es sólo restaurar a los israelitas y reconciliarlos con su Señor y Padre, de quien tantas veces se habían rebelado, sino ser una luz para alumbrar a los  gentiles, para llamarlos al conocimiento y a la obediencia del Dios verdadero, y llevarlos a ser una sola Iglesia con los israelitas, y a participar con ellos de la misma salvación común procurada para todos por el gran Redentor y Reconciliador de los hombres para Dios.

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