Versículo Job 42:7 . Después que el Señor hubo pronunciado estas palabras. Las registradas en Job 40:7 ; dijo a Elifaz, que era el mayor de los tres amigos, y el principal orador: Vosotros no habéis hablado de mí - correctamente. El Sr. Peters observa: "Será difícil encontrar algo en los discursos de Elifaz y de sus compañeros que haga la diferencia que aquí se supone, si dejamos de lado la doctrina de un estado futuro; pues desde este punto de vista los otros hablarían más dignamente de Dios que Job, al tratar de vindicar su providencia en la distribución exacta del bien y del mal en esta vida: mientras que la afirmación de Job,  Job 9:22 , Esto es una cosa, por eso lo dije: Él destruye a los perfectos y a los malos", que es el argumento en el que insiste todo el tiempo, sería, según esta suposición, acusar directamente a Dios de no haber hecho distinción entre los buenos y los malos. Pero ahora, si se tiene en cuenta la otra vida, la cosa aparecerá bajo una luz totalmente contraria; y veremos fácilmente la razón por la que Dios aprueba los sentimientos de Job, y condena los de sus amigos. Porque suponiendo que los amigos de Job sostuvieran que los justos nunca son afligidos sin remedio aquí, ni los malvados prosperan en general en esta vida, lo cual es una representación errónea de la providencia de Dios; y que Job sostuviera, en cambio, que los justos a veces son afligidos aquí, y eso sin remedio, pero serán recompensados en la vida venidera; y que los impíos prosperan aquí, pero serán castigados después, lo cual es la verdadera representación de los procedimientos divinos; y aquí hay una diferencia muy evidente en la orientación del discurso de uno y de los otros. Porque Job, desde este punto de vista, habla dignamente de Dios, y los demás indignamente. El mejor argumento moral que ha tenido la humanidad para creer en una vida futura es el que insiste Job: que el bien y el mal se reparten aquí, en su mayor parte, de forma promiscua. Por el contrario, el tópico que sus amigos insisten, y que ellos llevan demasiado lejos, de que Dios premia y castiga en este mundo, tiende, en sus consecuencias, como aquella otra opinión que fue sostenida por los estoicos en tiempos posteriores, de que la virtud es su propia recompensa, a socavar el fundamento mismo de esa prueba que tenemos, desde la razón, de otra vida. No es de extrañar, por tanto, que se aprueben los sentimientos de los unos y se condenen los de los otros."

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