Versículo Judas 1:13 . Las olas embravecidas del mar, echando espuma por su propia vergüenza.  La misma metáfora que en Isaías 57:20: Los impíos son como el mar agitado, cuando no puede descansar, cuyas aguas arrojan lodo y suciedad. Son como el mar en una tormenta, donde las olas son como montañas; las rompientes azotan la orilla, y suenan como truenos; y la gran profundidad, agitada desde su mismo fondo, rueda su sedimento fangoso y pútrido, y lo deposita en la playa. Así eran esos orgullosos y arrogantes fanfarrones, esos hombres testarudos, revoltosos y feroces, que arrastraron a su propio vórtice las almas de los sencillos, y no dejaron tras de sí nada que no fuera indicativo de su locura, su turbulencia y su impureza.

Estrellas errantes. αστερες πλανηται. No lo que llamamos planetas; pues aunque éstos difieren de las llamadas estrellas fijas, que nunca cambian de lugar, mientras que los planetas tienen su revolución alrededor del sol; sin embargo, propiamente hablando, no hay ninguna irregularidad en sus movimientos: pues su apariencia de avance, estacionaria y retrógrada, son sólo en referencia a un observador en la tierra, viéndolos en diferentes partes de sus órbitas; pues en cuanto a ellos mismos, siempre continúan un curso estable a través de todas sus revoluciones. Pero estos son meteoros inciertos y anómalos, ignes fatui, wills-o'-the-wisp; danzando en las tinieblas que ellos mismos han formado, y extraviando a las almas simples, que han dejado de caminar en la luz, y no tienen más guías que esos meteoros oscilantes y tortuosos que, si corres tras ellos, huirán ante ti, y si huyes de ellos te seguirán.

La negrura de las tinieblas. Son los que van de cabeza a las tinieblas exteriores, donde hay lamentos, llanto y crujir de dientes. Toda esta descripción parece haber sido tomada de  2 Pedro 2 , donde se pide al lector que vea las notas.

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