CAPITULO XXII

De la impureza de los sacerdotes, por la cual se les impedía

servir en las cosas santas, 1-5.

Cómo debían purificarse, 6, 7.

El sacerdote no debía comer de ningún animal que  hubiera sido 

desgarrado por bestias salvajes, sino que debía guardar 

las ordenanzas de Dios, 8, 9.

Ningún extranjero, forastero o jornalero comerá 

de las cosas santas 10. 

Un siervo comprado con dinero puede comer de ellas, 11.

Quién de la familia del sacerdote no puede comer de ellas, 12, 13.

De las personas impropias que participan de las cosas 

santas sin saberlo, 14-16.

Las ofrendas voluntarias, y los sacrificios en general, deben ser

sin mancha, 17-25.

La edad en que debían ofrecerse a Dios los distintos animales, 26, 27,

Ningún animal y su cría deben ser ofrecidos en el mismo día, 28.

Cómo debía ofrecerse el sacrificio de acción de gracias, 29, 30.

Todos los testimonios de Dios que debían ser observados, 

y la razón, 31-33.

NOTAS SOBRE EL CAPITULO. XXII

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