Verso Levítico 22:2. Habla a Aarón y a sus hijos, para que se aparten. 
En este capítulo se continúa el mismo tema que en el anterior, con esta adición, que además de la perfección de los sacerdotes, era indispensable que los sacrificios también fueran perfectos. En el servicio de Dios, según la ley, no se podía admitir ni una ofrenda ni un oferente imperfectos. ¡Qué necesidad de un mediador entre un Dios santo y los hombres pecadores! ¿Y podemos esperar que cualquiera de nuestros servicios, por muy sinceros y bien intencionados que sean, puedan ser aceptados, a menos que se ofrezcan en ese Altar vivo que santifica el don?

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