Verso Levítico 27:10. No lo alterará, ni cambiará, un bien por un mal. Todo lo que fue consagrado a Dios por un voto, o un propósito de corazón, fue considerado desde ese momento como propiedad del Señor, cambiarlo era una impiedad; retenerlo, un sacrilegio. Lector, ¿te has dedicado alguna vez a ti mismo, o a alguna parte de tus bienes, al servicio de tu Hacedor? Si es así, ¿has pagado tus votos? ¿O has alterado tu propósito o cambiado tu ofrenda? ¿Ha recibido de tus manos un mal por un bien? ¿No has hecho votos y te has consagrado a Dios en tu bautismo? ¿Siguen sus votos sobre ti? ¿Has "renunciado al diablo y a todas sus obras, a las pompas y vanidades de este mundo perverso, y a todos los deseos pecaminosos de la carne"? ¿Te sientes obligado "a guardar la santa voluntad y los mandamientos de Dios, y a andar en ellos todos los días de tu vida"? ¿No fue éste tu pacto bautismal? ¿Y has renunciado a él? Ten cuidado, de Dios nadie se burla: lo que siembres, también lo cosecharás. Si le robas a Dios tu corazón, te privará de su cielo.

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