Verso Mateo 27:60. Lo puso en su propia tumba nueva...  Según todas las apariencias humanas, el cuerpo de Cristo debió tener el mismo lugar de sepultura que el de los dos ladrones, ya que fue contado con los transgresores y sufrió con ellos; porque entonces fue un sacrificio, llevando el pecado del mundo en su propio cuerpo en el madero; pero ahora que el sacrificio es ofrecido, la expiación hecha y aceptada, ya no va a ser inscrito con los transgresores, y, según una profecía pronunciada casi setecientos años antes de ese tiempo, va a tener el lugar de sepultura de un hombre rico. Consulte Isaías 53:9.

Si nuestro Señor hubiera sido enterrado en el cementerio común de los malhechores, su resurrección no habría podido ser observada tan claramente, ya que a los jefes de los sacerdotes no se les habría ocurrido sellar la piedra allí, o poner un reloj; pero ahora que el cuerpo está en manos de un amigo, juzgan necesario hacer uso de estas precauciones, con el fin, como dijeron, de evitar la impostura; y de esta misma circunstancia la resurrección de Cristo tuvo su más completa evidencia, y fue puesta más allá del poder de la contradicción exitosa. ¡Qué cantidad de objeciones no habría hecho la prudencia humana a la conducta de José, si la hubiera consultado en esta ocasión! Le habría representado que "esto era exponerse, meterse en problemas, hacerse sospechoso, ponerse fuera de toda capacidad de hacer el bien, arruinarse irremediablemente; y ahora no podía hacer ningún bien a su maestro -ya está muerto, y ya no necesita ningún oficio de bondad de los hombres". A veces, en toda nuestra vida, no hay más que una oportunidad en la que Dios se propone emplearnos de manera significativa; y, por nuestro atraso general en toda obra buena, nos reservamos para otras oportunidades, en las que Dios no requiere ni aceptará nuestros servicios.

Rodaron una gran piedra a la puerta...  Algunos opinan que este sepulcro fue cortado en la roca, perpendicularmente desde la superficie; y que la gran piedra de la que se habla aquí cubría la entrada del mismo. La piedra, sin duda, tenía por objeto asegurar el lugar lo más posible.

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